Comentario
Capítulo XXXII
Cómo Huayna Capac envió a la conquista de Pasto parte de su ejército y fue desbaratado, y al fin él sujetó y conquistó a Pasto
Una cosa que quedaba por advertir y notar, acerca de las conquistas de estos Yngas, para que fuesen tenidos por injustos tiranos usurpadores de lo ajeno, y es que primero que llegaban a rompimiento con alguna nación se hacían guerra entre sí, si la hacían, o daños en las provincias sujetas al Ynga, enviaba sus mensajeros a que hiciesen entera satisfacción de los agravios que había hecho a sus vasallos y, si requeridos una y dos y tres veces, no querían, pregonaban la guerra a fuego y a sangre y se la hacían muy cruel hasta sujetarlos y traerlos a su obediencia. A otros requerían con dádivas y presentes, y representaban los daños y trabajos de la guerra, y si se sujetaban y por bien de su voluntad, venían a su mandado, a estos tales estimaba en mucho el Ynga y los honraba y daba libertades y exenciones y privilegios y dádivas ricas y preciosas, y a los caciques y señores les daba para sus mujeres, parientas y deudas suyas y de su linaje, y con esta benevolencia y amor los atraía y vencía. Estos, viéndose tan honrados y favorecidos del Ynga, y llenos de bienes de sus manos, publicaban dondequiera las mercedes que el Ynga les había hecho, y su gran afabilidad con todos y así atraían a otros señores y caciques a la obediencia del Ynga, con lo cual fueron cada día más extendiendo su señorío e imperio, y haciéndose más poderosos y temidos.
Después de concluidos los grandes edificios y población hecha en Tomebamba por mandado del Ynga, hizo Junta General de todos sus consejeros, gobernadores y capitanes, y hombres de guerra, adonde trató y propuso en qué lugar o provincia empezaría la guerra y conquistas, en primer lugar si hacia la mar o hacia los Andes, que estaban por aquellas provincias o partes, o a los caranguis, y después de muchas diferencias y diversidad de pareceres, se determinó Huayna Capac de ir al principio hacia Pasto. Publicada su voluntad y mandato, dos capitanes, el uno llamado Cauana de Ylabi, y otro Mullu Pucara de Atuncolla, que es la provincia del Collado, se levantaron y con ellos otros dos de Conti Suyo llamados Apucaucac Cauana y Contimollo, y todos cuatro con mucha humildad suplicaron a Huayna Capac fuese servido de a ellos antes que a otros concederles la entrada y conquista de aquella provincia, donde querían mostrar el grandísimo deseo que de aventajarse en su servicio tenían, porque por espías que secretamente habían enviado, sabían por cosa cierta que era tierra fragosa, de montañas y nieves como las suyas, donde ellos eran naturales y que los indios chinchay suyos que en el ejército había eran acostumbrados a tierra caliente donde habían nacido y criádose, y así no eran para tanto como ellos y que a ellos les tocaba aquella jornada. Huayna Capac, habiéndoles agradecido con palabras alegres la voluntad que mostraban en querer señalarse ellos antes que otros, les dijo que se mirasen bien en ello, que estaba informado ser la tierra muy áspera y no quería se metiesen en peligro, donde se perdiesen y fuesen causa de perder su ejército, o a lo menos disminuirse y dificultasen con ello la conquista, a lo cual con gran determinación le replicaron que por saber ser la tierra áspera y fría como la suya lo pretendían, y en ello le querían hacer aquel servicio, y muy ahincadamente le rogaron se lo concediese. Visto por Huaina Capac su ánimo, se lo concedió, y para más fortalecerlos y que fuesen con mayor esperanza de buen suceso les dio dos mil orejones del Cuzco, y por capitán dellos a Auqui Toma, su hermano, y a Colla Topa, del linaje de Viracocha Ynga, y a otros, y mandóles fuesen con los collas con mucha orden y concierto.
Salidos los cuatro capitanes ya dichos con los orejones a la conquista de la provincia de Pasto, comenzaron a entrar por las sierras arriba, en las cuales había ciertas abras y quebradas grandes y anchurosas, donde habitaban las gentes de aquella provincia y así fueron conquistando con mucho trabajo y necesidad, facilitando con sus brazos y ánimos la dificultad de la fragura de la tierra, venciendo a los naturales que, con grandísimo ánimo, ponían sus cuerpos a todo trance y peligro, y viéndose subrepujar y que la multitud del ejército de Hayna Capac todo lo allanaba, usaron de un ardid para probar si, mediante él, la ventura les concedía lo que les negaban sus fuerzas. Y fue que dejaron en las poblaciones a las mujeres e indios viejos, y viejas, y la gente de guerra se retrujo y fortaleció en el pueblo principal, esperando el fin y medio que tomaba el ejército del Ynga, el cual viendo tan súbita huida o retirada, pensando que desamparaban la tierra, los fue siguiendo hasta donde hallaron las casas principales del señor de la provincia, en una grandísima población donde entraron con poco trabajo, venciendo la gente della y se apoderaron de toda aquella tierra, y entendiendo que la gente se había huido fuera de la provincia y que ya no había con quién más pelear, que todo estaba llano, y ellos seguros, de los enemigos que no parecían, dejaron las armas y se pusieron a descansar del trabajo pasado. Y convidados de la hambre y de la abundancia que hallaron de comida y cantidad de chicha regalada, dejado todo aquello de industria de los enemigos, para mejor poner en ejecución su intento, se dieron a comer y beber, y regocijos y bailes mediante el aparejo que había, y descuidados del daño que se les aparejaba. Estando en estas fiestas gozando con contento de los despojos de los enemigos, toda la gente de aquella provincia de Pasto, que para el efecto se juntó con su cacique principal, sabiendo por sus espías el poco recato de sus enemigos, no queriendo perder tan buena ocasión, una noche al mejor tiempo que estaban ocupados comiendo y bebiendo, súbitamente dieron por tres o cuatro partes en la gente de Huayna Capac collas y orejones, donde fue lamentable y triste la destrucción y matanza que hicieron en ellos y principalmente en los collas, que como era gente que peleaba con ayllos, y no con otras armas, y tomados de repente en lugares angostos y desacomodados, donde no podían mandar aquellas armas ni aprovecharse dellas, fue fuerza que muriesen muchos dellos. Y llevando lo peor de la batalla se desbarataron y unos se escaparon y otros quedaron muertos y otros en poder de los enemigos, gozosos de tan señalada victoria.
Visto este tan inconsiderado suceso, y la destrucción de los collas, por los orejones ingas y sus capitanes, se empezaron a retirar y recoger los que pudieron escapar del desbarate de los collas, de los cuales murió peleando como buen capitán en la batalla Contimollo de Conti Suyo. Juntos todos los que se salieron en buen orden de guerra, desamparando los puestos que habían ganado, caminaron poco a poco hasta que llegaron a donde venía el resto del ejército con Huayna Capac, su señor, que les hacía espaldas, aunque tarde. Y cuando Huayna Capac vio su ejército y gente desbaratada y tantos muertos de los principales, y que faltaban tan señalados soldados, recibió grandísima pena y enojo, y con muy afrentosas palabras reprendió y riñó a los capitanes, increpando el descuido y negligencia que habían tenido en no fortalecerse en el pueblo principal, y haber puesto guardas y espías, según el orden que en la guerra se suele guardar para prevenir con ella lo que les había sucedido. Hechos, reseña y alarde de toda la gente, no queriendo dar lugar a que los enemigos se rehiciesen y fortaleciesen en los puestos de más importancia, ni darles tiempo a que se juntasen en más número, con suma presteza ordenando su ejército volvió a entrar por donde sus capitanes habían entrado, conquistando de nuevo y haciendo con los enemigos mortal y nunca visto estrago, quemando las poblaciones, deshaciendo los fuertes, destruyendo las chacaras y sementeras y asolando toda la tierra, y matando y prendiendo toda cuanta gente hallaba en toda aquella provincia, no perdonando a sexo ni edad, por mostrarse más terrible y espantoso a los principios, y desta suerte estuvo hasta que a fuerza de brazos, y con grandes muertes y derramamiento de sangre, acabó de conquistar toda la provincia y sujetó todas las naciones y pueblos della. Concluido con la guerra hizo señalados y temerosos castigos en los que no habían querido venir a su obediencia, y en los que se habían señalado en la muerte de sus capitanes y gente, para que su nombre corriese por todas aquellas provincias que pensaba conquistar, y temerosos dél le obedeciesen y sujetándosele reconociesen por señor. Y, habiendo puesto en la provincia gobernador de su mano, y recaudo de capitanes y soldados en puestos y fortalecidos para guarnición y guarda della, como era costumbre de los ingas, se volvió con los demás de su ejército a Tomebamba, de do había salido.